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A Mercedes Sosa.

Toda la piel de América Latina
se ha estremecido;
todas las voces, todas.

Todas las manos se alzan
aclamando a aquella voz
que al sol de ayer emigró.

Ha dejado esta tierra sin juicio,
y es que todo cambia,
todo, todo, todito.

Lo que no cambiará:
ni el recuerdo de su voz,
ni su arte de cantora.

A una tierra lejana,
pidiendo a Dios que lo injusto
no le fuera indiferente,
se fue con su voz,
con su nueva canción.



Gracias te da la vida
que le diste tanto,
adiós Mercedes Sosa,
gracias por tu canto.

Comentarios

Amiguiz dijo…
Órale, qué bonito :)
Flakicienta dijo…
la verdad no la conocia
pero el buen cochi
me paso una rola,
ya sabia de su muerte
pero hasta ahora la conoci


suele pasar!

agradable adios!
Unknown dijo…
Sta perra, ya la habia escuchado y tmb me gusta la de Solo le pido a Dios!

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Media hora

Cuento publicado en la revista literaria Gargantúa de la Universidad del Claustro de Sor Juana.  Descargar pdf, aquí.   Enlace para ver la revista completa: https://www.academia.edu/33988355/Revista_literaria_Gargant%C3%BAa_ Portada: 

Ella fue...

A la efímera vida la muerte cobra venganza por la crueldad de la tierra, se lleva almas sumisas, se lleva vidas enteras. Mala suerte en general: el vacío que genera, el amargo llanto de la realidad sin opción a cambios. Un sumando para la soledad. Nostalgia absoluta sobre un pasado que tan vivo presente fue, animación final, sonrisas de plomo que caen al profundo océano de lágrimas. Se llamaba Mina por el personaje de Drácula. Nariz oscura y orejas prolongadas, en la escala tonal del dorado, la nobleza corriendo, las sonrisas mordiendo, las piedras del camino comiendo, la complicidad en su mirada, sus palabras mudas. Porte de cazadora, elegancia natural y compañera habitual. Se ha ido víctima de la incomprensión de las sombras, de la envidia por una vida sencilla y sin complejos, ya no habrá quien me robe galletas con sonrisas. Ya nadie correrá hacia mí cuando llegue a casa en esas horas malditas de la madrugada. Ya no habrá suspiros sabios de aquel ser que descansaba