La atmósfera naranja mece las flamas y un aroma del ayer surge bajo la tierra fría. Entre sombras, un destello se refracta en los vasos con agua, se ven pálidos los colores del arcoiris. Las flores de los antepasados perfuman los huesos etéreos, la caña, el vino, el amor al pretérito. Las fotos amarillentas tienen un leve movimiento interno, mientras que las frutas se mueren en la noche. La densidad del aire aumenta y se percibe movimiento. Un estremecimiento recorre cada vértebra. Se sienten respiraciones a nuestras espaldas, desde el abismo, en la niebla mental. Es entonces cuando sabemos que desde algún lejano lugar la ofrenda ha sido recibida.
Cuentos, minificciones y poco más