El espejo refleja una vida simétrica y simultánea.
El paralelismo que provoca la reflexión de la luz genera otro mundo, quieto en nuestra ausencia. Ese reflejo que nos permite ver nuestros propios ojos, ver aquello con lo que vemos lo demás, mirarnos como otra persona pero con la izquierda a la derecha y viceversa.
Nuestra imagen viva que nada en los mares de la existencia humana, la imagen que solo en la mente se aloja, esa imagen del frío cristal.
El reflejo de la imagen física, tal como no somos.
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